Wednesday 7 February 2018

La antesala

En la antesala
las formas se repiten en sentidos indefinidos.

Parado frente al borde del mundo
la periferia de lo conocido
entre un mar y un cielo que no se distinguen entre si.

Cartas y fotografías disueltas en ácido mítico.
La realidad se desvanece en umbrales y una ventana entreabierta.
Borra sus fronteras sedosas y devela su ficción desnuda.
Su existencia redundante, dependiente del capricho del ojo.
La hipocresía es la obligación de actuar en nuestra vida.
La dotamos de sentido en el guión; lo acomodamos para que
la gran hazaña, el plan magno de un universo egocéntrico, no se desmorone en cada esquina.
La coincidencia convertida en destino.

Sólo
donde se acaba el mundo
se pierde el sentido y la ilusión queda desvanecida.

En la infinidad
donde juegan las imágenes de fantasmas nostálgicos, ahogados por el deseo de vivir su muerte

probar otra vez el éxtasis que los mató.
En las nubes esta escrito el amor que nunca deseaste y siempre te quiso
la madre que consolabas
el padre que te ignoraba.
Espejismos crecientes que exceden tu dimensión humana y vuelven al no-sentido

transmutados
a una pintura ininteligible por su magnitud.

Eres un punto fijo
libre de tensión
careces de sentido ante la vastedad de lo que admiras.

Ya nada importa en el momento donde está el fin de lo cognoscible cuando recuerdas todo lo que te llevo allí.
Desilusionado de la libertad, de la poca que hay.
Placeres desperdiciados, el olvido de la bruma monumental que contemplas

el impulso de repetición.
Quieres verla otra vez.
Está esperando bajo un puente de hierro. Tan cerca, imperfecta

no como en tus recuerdos.
Cerca para volverla a ignorar, para jugar al placer de la frustración

donde ninguno cederá a ser seducido.
Pérdidas en laberintos que sólo tienen solución en la espesa neblina que esconde el horizonte.
Espectador de tu vida.
Reflejos que parecen ajenos.
Tu propio sufrimiento a distancia


Un universo fronterizo hermético.
El significado irreconciliable de una vida desperdiciada grandes hazañas dedicadas a nadie.
El único destino restante es volar.
Fuera de la tierra, fuera del marco de lo real hacia las periferias horizontales, donde todos los planos se desdoblan.
Entrégate al cielo para llegar al mar. Volar como acto final del placer.

-Daniel Pacheco Cordova